viernes, 22 de enero de 2021

'Babalur'

Olfateó la barra de pan que Nerisys le había regalado. Recién hecha, de la mejor calidad que podías encontrar en Alva Aethel. Esbozó una sonrisa triste. Era un excelente regalo, pero aún no era capaz de darle su respuesta a la amable elfa. Era maravillosa, pero no sabía si estaba preparado para un compromiso tal. Darlo todo por otra persona más que por sí mismo… era un concepto extraño para alguien tan joven como él. Al fin y al cabo, recién cumplía los cincuenta y cinco, estaba en la flor de su juventud todavía.

Un alboroto interrumpió sus pensamientos. Sus pasos lo habían encaminado al final del mercado, donde se acumulaba un tumulto de elfos que murmuraban indignados. ¿Qué ocurriría? Movido por la curiosidad, apartó con cuidado a sus conciudadanos para ver mejor. En el centro del círculo, una escena peculiar tenía lugar. 


Una joven humana, de unos veinticinco años cuyo rostro estaba semioculto por la capa que portaba, se encogía cada vez más en el suelo ante los gritos de Vavalur, el carnicero de la ciudad. El medio elfo tenía la cara roja de furia y escupía cada vez que hablaba, lo cual hacía que la gente pronunciase mal su nombre a propósito y lo llamasen ‘Babalur’. Y por supuesto, eso siempre provocaba más gritos y más saliva saliendo disparada.


Por muy gracioso que fuese, la reprimenda que le estaba echando era de campeonato. Además de estar amenazandola con uno de sus cuchillos. Frunció el ceño y se puso en medio de ambos.


-¡Luven, desgraciado! Apártate, tengo que darle una lección a esta ladrona. -bramó el carnicero, fuera de sí.


-Querido ‘Babalur’, estoy seguro que conoces la ley de la ciudad a pesar de ser un mestizo que no ha escogido su destino todavía. ‘Ni una gota de sangre deberá ser derramada en el bosque de Alva Aethel’. ¿O hace falta que llame a la Guardia?

La multitud comenzó a reír por lo bajo y Vavalur se puso más rojo, aunque no pareciera posible, de vergüenza.


-¡La ley también prohíbe el robo y esta… humana -escupiendo la palabra, casi literalmente- la ha infringido! ¿Qué importa si le doy un par de golpes antes de que la lleven al calabozo?


No vió venir el puño. Su cuerpo, algo rechoncho, acabó esparcido por el suelo. La cara de sorpresa sustituyó a la de ira y todos los reunidos cesaron su risa.


-Vavalur. Largo de aquí. Ahora. -sentenció.


El golpeado se puso en pie como pudo y salió por patas abriéndose paso a empujones entre los elfos que observaban. Luven se dirigió a la multitud haciendo una reverencia.


-Queridos compañeros, el espectáculo ha terminado. Pueden volver a sus quehaceres con toda tranquilidad.


La mayoría se encogieron de hombros y se marcharon. Hubo algún curioso al que tuvo que dedicar una mirada cargada de significado para hacerle ver que no pintaba nada allí. Cuando por fin se disolvió el círculo, ayudó a la muchacha a ponerse en pie.


-¿Estás bien?


La humana se sacudió el polvo del oscuro vestido que llevaba. Vista de cerca, era muy hermosa. Rasgos finos, casi élficos. El pelo corto y oscuro, al estilo de los hombres de los bajos fondos. Ropa gastada, probablemente no tenía un techo en el que refugiarse.


-No hacía falta que intervinieras, elfo. -le espetó. Menudos modales.


-Mi nombre, lo primero, es Luven. Y, ya que te he salvado, me gustaría saber el tuyo… humana.


Se quedó callada un momento.


-...Muphe. Mezrut.


Asintió y en ese momento se fijó en el hilillo de sangre que le recorría el labio. Le tendió el brazo.


-Ven conmigo. No puedo dejarte así. Además, querrás cocinar ese trozo de carne que ocultas en la capa, ¿verdad?


Ella sonrió a medias y le tendió lo que había robado.


-Si me ven de tu brazo no hablarán bien de ti.


-Estoy acostumbrado, créeme. Algunos ya me dicen loco a mis espaldas desde que volví de las ciudades humanas.


Abrió la boca en un gesto de sorpresa genuino y se cogió de su brazo. Caminaron hacia su casa.


-¿Has estado en las ciudades humanas? Pensaba que los de tu raza no las soportáis. 


-Y así es. Pero no soy muy ‘élfico’, que digamos. Siempre he sentido curiosidad por vosotros.


-Eres un poco raro.


-Me lo dicen mucho.


Charlando llegaron a la puerta de su casa, una gigantesca secuoya de por lo menos veinte metros de altura. Pero en la puerta esperaban más problemas. Nerisys, la amable panadera, lo esperaba con un pastel entre los brazos. Al verla Muphe quitó el brazo, pero la elfa ya lo había visto todo. Tenía que distraerla.


-¡Nerisys! Que agradable sorpresa, no esperaba verte otra vez hoy.


-Es que hice este pastel de cereza y pensé en que me dijiste hace un par de años que era tu favorito…


-¡Oh, desde luego! Me sorprende que te acuerdes, la verdad. Y dime, ¿lleva algo más? Eres la mejor pastelera de Alva Aethel, seguro que le has añadido algo. -mientras hablaba, le dió un ligero empujón a Muphe para que entrara en el árbol. Rápidamente se escabulló, bajo la mirada de la elfa.


-Esto… ¿quién era ella?


-Oh, una mujer a la que ‘Babalur’ pegó antes. La he traído para curarle el labio. De todas maneras, muchas gracias por el pastel. Seguro que está delicioso, me pasaré mañana a contarte mis impresiones y a por más pan, ¡nos vemos!


Entró en su hogar sin darle tiempo a responder. Al cerrar la puerta, Muphe le miraba con una sonrisilla.


-¿Una admiradora?


-Algo así. Se me declaró, pero no estoy listo para ese compromiso. Por si no lo sabías, entre los elfos no se aplica el ‘hasta que la Muerte nos separe’ si hay tiempos de paz.


-Pobrecilla.


-No te preocupes. Bueno, veamos que tal tienes el labio… -se acercó a inspeccionar pero ella se apartó.


-No es nada, ya está bien.


-Pero…


-Está bien. -el tono de su voz le indicaba que no debía insistir, así que desistió y se dirigió a su pequeña cocina y dejó el pastel y la carne.


-Bueno, al menos tenemos postre. Siéntate por ahí hasta que tenga la cena lista.


Estuvieron cenando y bebiendo hasta altas horas de la noche. Luven le preguntaba por su pasado y ella evitaba dar una respuesta. Pero no tenía problema en satisfacer sus numerosas preguntas sobre las costumbres humanas.


Alrededor de las cuatro de la madrugada, decidieron que era hora de dormirse. El elfo, tranquilamente, se tiró en su enorme catre y cerró los ojos.


-¿Dónde se supone que duermo yo?


Abrió un ojo y vio a Muphe de pie, con los brazos cruzados.


-Pues… ¿conmigo? Vivo solo, es la única cama.


-¿Quieres que durmamos juntos?


¿Qué problema había? Solo estarían tumbados cerca.


-Te aseguro que mis intenciones son puras.


Muphe puso los ojos en blanco.


-Está bien. Me fiaré porque la cena estuvo muy buena. -se acostó al otro lado de la cama, dándole la espalda. Luven sopló la vela y la habitación quedó a oscuras.


Cuando estaba a punto de dormirse, notó como Muphe rodaba y se pegaba a él, abrazándolo. Su corazón, por alguna razón, empezó a ir más deprisa.


-Gracias por lo de hoy… -susurró Muphe. Apoyó la frente en su espalda y su respiración se volvió más tranquila. Se había quedado dormida.


Sonrió en la oscuridad. Notaba un cúmulo de emociones que no entendía, pero era agradable dormir así.


4. Escribe un relato de amor entre dos especies fantásticas.

Cuarta semana del #52RetosLiterup. Me ha salvado que pudiera ser fantasía, ya que nunca antes había escrito nada de 'amor'. ¡Pero aún así espero que os guste!

2 comentarios:

  1. Muy conseguido el ambiente de historia de fantasia! A por los 52!

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